las semillas de este árbol se les conoce con el “oro amazónico” y el “tesoro del Amazonas” porque contienen grandes beneficios para el ser humano. Así, el árbol de Cacay forma parte de una amplia industria cosmética y de alimentos que proviene de su fruto.
De orígenes ancestrales, este árbol es endémico de los territorios de Venezuela, Colombia, Ecuador y Perú. El Cacay o Inchi se cultiva en zonas fértiles ubicadas cerca de los ríos, por lo que no soporta largos periodos de sequías. Su cultivo se da en suelos aluviales, ideales por su alcalinidad y porque contienen niveles de materia orgánica favorables para un crecimiento óptimo. La siembra se produce mejor en temperaturas aproximadas de 26 grados centígrados, y con una altura promedio entre los 200 y 1000 metros sobre el nivel del mar y en condiciones altas de humedad.
De acuerdo con el Instituto Amazónico de Investigaciones Científicas (SINCHI) la semillas de Cacay comienzan a producirse entre los 6 y 8 años de edad del árbol y su producción va de diciembre hasta febrero. Asimismo, su fruto es ovalado y mide entre 3.4 a 6.5 cm largo y entre 2.7 y 4.5 de diámetro, dentro del fruto se hallan tres semillas ricas en vitaminas y minerales.
Del árbol de Cacay se aprovecha absolutamente todo: sus semillas y la madera. Esta última se usa como leña para cocinar, en la producción de carbón y también para la ebanistería. Sobre el fruto, el diario digital CONtexto ganadero nos informa que las semillas contienen un alto valor nutricional por sus contenidos en proteína (19%), y “minerales como fósforo, calcio y hierro; fibra y un aceite rico en ácidos grasos omega 3, 6 y 9”. Por su parte el aceite de Cacay contiene: “un alto contenido de ácidos grasos poliinsaturados (75%) como el linoleico (72,7%), oleico (14%), esteárico (4%), palmítico (8%) y linolénico (2,5 a 12,5%); vitaminas E y F y retinol”.
Por sus grandes beneficios, la producción del Cacay forma parte de una agroindustria próspera en nuestro país. Toda vez que se ha asociado a la sostenibilidad de las regiones de la cordillera Oriental, abarca los departamentos de Arauca hasta el Putumayo y la región Amazónica, también en la parte central hacía el Magdalena Medio. En particular, estos territorios que estuvieron golpeados por el conflicto armado colombiano ahora apuestan a los procesos de paz con el cultivo de este árbol, ello incentivado por la firma de los Acuerdos de Paz con la guerrilla de las FARC-EP en La Habana (Cuba) en el año 2016. En la actualidad miles de campesinos están comprometidos con su cultivo.
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