través de nuestro rostro expresamos todo aquello que nos sucede, es como una ventana al mundo que muestra cómo nos sentimos. Las emociones, por su parte, están presentes en la mirada y en los gestos, y con estos, aquellos que nos observan alcanzan a notar esos sentimientos que nos hacen ser únicos.
La piel refleja todo esto, además nos muestra el paso del tiempo y de cómo hemos vivido. Aunque no lo percibamos, la expresión de las emociones se evidencia en la piel: podemos generar líneas de expresión, arrugas, o marcas que muchas veces quisiéramos quitar o al menos matizar.
Si relacionamos todo ello con los procesos oxidativos que ocurren en el cuerpo producidos por la falta de una adecuada alimentación, por la falta de sueño, por tomar poca agua, o por hábitos nocivos como el tabaquismo y el sedentarismo, nos daremos cuenta que la piel del rostro estará bastante afectada: opaca, seca y sin brillo.
Los aceites faciales vienen a contrarrestar muchos de los efectos de todas estas condiciones que nos afectan porque su uso ayuda, con el tiempo, a sanar y a restaurar la piel.
Lo primero que debes saber es que el aceite facial debe ser natural, sin químicos ni parabenos o compuestos sintéticos. También es importante que tenga vitaminas A, E y C principalmente, y que cuando lo apliques no te deje una sensación grasosa.
Los aceites faciales se pueden usar en todas las edades y en todas las pieles, solo debes escoger el que se ajuste a tus necesidades.
En pieles jóvenes ayuda a nutrir de forma sostenida, para que con los años tenga menos afectaciones. En pieles maduras proporciona nutrientes saludables que ayudan a disminuir las líneas de expresión y el proceso de envejecimiento.
Los aceites faciales también nutren la piel mientras ayudan a mantener su humedad natural. Este proceso va restaurando las capas de la piel.
Estos aceites proveen a la piel de una protección especial puesto que la resguardan de los radicales libres que están presentes en el ambiente. De este modo, se evita el envejecimiento prematuro.
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Su uso constante proporciona luminosidad, claridad y suavidad. Al aplicar el aceite facial, la piel se ve más radiante y lozana porque es como si le estuviéramos dando alimento a través de las vitaminas que contiene.
Los aceites faciales restauran y regeneran la piel. Con sus efectos antioxidantes esta se va sanando porque los compuestos de los aceites permiten concentrar adecuadamente los ácidos grasos naturales, mantener la hidratación y dar nutrición.
La piel tiene un componente alto de agua, su pérdida hace que se vea reseca, se agriete y pierda brillo. Al mantener la humedad natural, los aceites faciales ayudan a contener esa humedad para que la piel no pierda agua y lípidos naturales. Por lo que beneficia considerablemente la elasticidad, la tonifican y le dan suavidad.
Muchos de los aceites faciales de origen natural sirven para desinflamar, calmar, regenerar y cicatrizar. Todo ello por sus componentes naturales y sus vitaminas que sanan de adentro hacia afuera los tejidos de la piel.
El aceite facial prepara la piel para el maquillaje, al hidratar la piel los productos se fijan de mejor manera y por tiempo prolongado.
Los aceites faciales son un aliado perfecto para nuestra rutina diaria de belleza. Ahora sabemos que también es una rutina de salud con la cual le devolveremos a nuestro rostro la lozanía, el brillo y la luminosidad que habíamos perdido.
Así que si no has usado un aceite facial te invitamos a probarlo. Verás que sus beneficios se notarán desde el primer día.
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