no de los mayores atractivos que tenemos en nuestro rostro son los labios. Si los observamos con detalle, sus tonalidades rosáceas, su textura y delicadeza nos permiten saber qué tan saludables se encuentran, pero no siempre podemos mantenerlos y lucirlos hermosos.
¿Por qué puede ocurrir esto? Una de las principales razones es la resequedad, cuando esto sucede los labios se agrietan, se escaman y el efecto puede llegar a ser muy doloroso. Dejamos de sonreír para que no duelan, nos pasamos la lengua delicadamente para intentar mejorar la situación y, si en las comisuras hay una grieta, esta nos hace pasar malos ratos porque nos cuesta trabajo abrir un poco la boca.
El problema no es únicamente físico. Los labios también nos permiten modular todo aquello que queremos decir a los otros y, por ende, nos ayudan a establecer una comunicación fluida con el entorno. Nuestro pensamientos, sensaciones y sentimientos están conectados con los labios y, si ellos están bien, nosotros podemos estar conectados desde nuestro interior con la naturaleza del mundo, con la existencia misma. Por eso, ¡si los labios se resecan debemos actuar!
¿Por qué se resecan los labios?
Los cambios de temperatura (frío/calor), beber pocas cantidades de agua, fumar, tener deficiencias en vitaminas, y también morderlos y humedecerlos constantemente con la lengua son causas frecuentes de la resequedad. En el plano anímico, la sequedad de los labios puede reflejar cansancio emocional o exceso de preocupaciones de la vida diaria.
¿Qué podemos hacer?
Para mejorar el impacto que causa la resequedad es indispensable usar un protector labial que nos ayude a restaurar los labios. Por ejemplo, si vives en clima frío debes protegerlos no solo de la temperatura, también del viento y de la humedad; si tomas poca agua, la falta de hidratación se reflejará en la pérdida de hidratación de tus labios y de toda la piel en general; y si tienes deficiencia de vitaminas del grupo B, tus labios lo notarán.
En ocasiones no percibimos que estamos mordiendo nuestros labios con los dientes. Ya sea un leve mordisco o una comprensión fuerte, esta acción termina por afectar la salud de los labios debido a que lastimamos la piel y obstruimos la circulación sanguínea de esta zona. La clave es tener una conciencia plena de cómo nos relacionamos con nuestro cuerpo: muchas veces la ansiedad, la cólera y las tensiones del día a día provocan que nos “agarremos” los labios para intentar mantener la calma, o para no comunicar lo que pensamos y sentimos.
Hay que decir también que cuando los labios están resecos nuestra primera reacción es lamerlos para humedecerlos, lo que no sabemos es que el alivio momentáneo produce más sequedad porque nuestra saliva es irritante.
Ahora, si fumas debes saber que estás sometiendo tus labios a vapores y humos nocivos para la piel que van a producir afecciones en los labios. Es posible que se oscurezcan con el paso del tiempo y cambien su color a un tono grisáceo o cetrino; además te producirás arrugas por la constante contracción de los músculos —condición que afecta más a las mujeres que a los hombres—, y los labios se verán opacos, sin brillo, cuarteados y resecos.
La belleza de los labios está en nuestras manos
Toma suficiente agua, revisa tu alimentación a partir de una buena combinación de vitaminas y minerales; protege tus labios con un producto que te ayude en el instante a curar las grietas y que a largo plazo te ayude a mantener la textura e hidratación de tus labios; prefiere los protectores de labios sin parabenos, sin químicos y si son amables con el medio ambiente, mucho mejor.
Por último, te recomendamos estar en conexión profunda con tus sensaciones y sentimientos, pues no podemos olvidar que nuestro cuerpo es el resultado del cuidado de la vida interior.
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